Día mundial de la Salud 2014: pequeñas picaduras, grandes amenazas

El tema del Día Mundial de la Salud, que se celebró el 7 de abril, son las enfermedades transmitidas por vectores. Estas enfermedades son propagadas por algunos mosquitos u otros insectos, que transportan virus, parásitos y bacterias a humanos.

Las enfermedades de este tipo, que causan mayor impacto en la región de las Américas son la malaria, el dengue, la enfermedad de Chagas y la leishmaniasis.

El Día Mundial de la Salud se celebra cada 7 de abril para conmemorar el aniversario de la creación de la Organización Mundial de la Salud en 1948. Cada año se elige para ese día un tema que pone de relieve un tema prioritario para la salud pública mundial.
En las Américas, cerca de 106 millones de personas en 21 países viven en áreas en riesgo de padecer malaria o paludismo y casi toda la población de la región, a excepción de Canadá y Chile continental, convive con el mosquito Aedes aegypti capaz de transmitir los virus del dengue, Chikungunya y fiebre amarilla.



El ciclo de vida de los vectores, así como la cadena de transmisión de la enfermedad está estrechamente relacionado con la dinámica ambiental de los ecosistemas donde habitan, y así mismo las limitaciones de su desarrollo las definen las variables ambientales tales como la temperatura, la precipitación, la humedad y el uso del suelo entre otros. La variabilidad climática ha demostrado una influencia directa sobre la biología y ecología de los vectores, y por consiguiente un impacto en el riesgo de la transmisión de estas enfermedades.

En la actualidad, el cambio climático plantea una preocupación por la posible expansión de la incidencia de estas enfermedades. El efecto del cambio climático se observa en los eventos extremos, que están introduciendo una fuerte fluctuación en los ciclos climáticos. Por ejemplo, el aumento de los patrones de lluvia tiene el potencial de incrementar el número (y condiciones ideales) de los criaderos donde se llevan a cabo la reproducción de los vectores. Las temperaturas extremas pueden retardar o acelerar el desarrollo y la sobrevivencia de los insectos‐vectores, así como el período de incubación de algunos patógenos.

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