Lo que queda
No ha pasado mucho tiempo desde que en la casa de los migrantes la luz se apagó. Los niños y jóvenes que ahí duermen hoy, quizá no sueñen. El calvario que vivieron en su recorrido hacia el norte es nada más una punzada al alma, un grito que se ahoga en su interior recordándoles que deben partir de nuevo. Partir. Qué palabra más temible. Irse, encaminarse en busca de un sueño es también caminar por senderos oscuros aún y cuando la luz del sol alumbre, es dudar cada vez que se piza el suelo, es ver el miedo, acompañarse de él y en ocasiones convivir con la muerte o perderse junto con ella.
No lo diría así, si no supiera que esos pequeños pies que hoy arropan ponchos momostecos, no vacilaron, no diría esto si en el camino, el mismo que ellos emprendieron no hubiera encontrado ojos vaciándose en llanto, seres mutilados, angustia, desesperación y violencia.
Si aquel zapato gastado perdido entre el polvo pudiera narrar el peso,- no del cuerpo-, que llevaba encima quien envolvía en él sus pies cansados, se escucharía la más triste letanía de la historia.
Sed. Cuánta debieron tener, y qué poca pudo ser el agua para saciarla. Hambre, por la necesidad, por la ansiedad… satisfecha con tortillas, tepaches, totopos y sobras.
Gritos, golpes, cuántas cosas más.
Sus pies vacilaban, sí. El cansancio no era poco, el miedo era aún más. Los rastros del camino emprendido evidencian pelea. Una foto rota que alguien perdió. Un rosario por fin libre de unas manos empeñadas en llegar al otro lado.
Basura, frío, resto de ropa. No hay más.
“Los caminos de la vida, no son como yo esperaba...” tararea en la frontera, para mí, en tono de burla, un paisano. Y así es. La ida puede no tener llegada. Y si hay regreso este puede ser muy doloroso. Por eso, por ellos, por favor Bécalos hoy, mañana puede ser demasiado tarde.
Bécalos Hoy
En lo que va del año más de dos mil menores de edad han sido deportados desde México a la región centroamericana. No llegaron a su destino, pero en el camino vivieron experiencias que marcaron sus vidas para siempre. La pobreza, la exclusión social, la violencia, la soledad y la falta de oportunidades, obliga muchas veces a niños, niñas y adolescentes a emprender un camino lleno de peligros, en donde sus derechos se anulan y sus sueños se convierten en pesadillas. Irse no es un capricho, es la respuesta a todas las necesidades que existen, es el deseo de vivir en un espacio en donde sus derechos se respeten, es querer una vida digna. Ese lugar seguro, esa aspiración a gozar de sus derechos puede ser una realidad en su propio país con tu ayuda
Fundación Paiz para la Educación y la Cultura, busca con tu ayuda transformar sus vidas, dándoles la oportunidad de estudiar, de jugar, de soñar en su propio país. Es por eso que lanza su programa Bécalos Hoy, para darles a niños, niñas y jóvenes una oportunidad que permita potenciar sus habilidades y transformar sus vidas. Bécalos hoy haciendo un donativo por medio de tu tarjeta VISA en www.fundacionpaiz.org.gt/donaciones.
Evitar la migración de nuestra juventud es una responsabilidad compartida. Un aporte de $5, $10 o más se pueden transformar las vidas de miles de niños, niñas y adolescentes guatemaltecos.
Bécalos hoy en www.fundacionpaiz.org.gt/donaciones.
Para mayor información, llama al 2464-4545 extensión 4549.
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